Para que un buen vino llegue a nuestra mesa en la plenitud de su perfección y se aprecien todas sus características, es preciso observar ciertas normas sencillas y eficaces sobre las copas.

El sabor del vino es diferente y mejor cuando se bebe en la copa apropiada; por curiosa que pueda parecer esta afirmación, ha sido demostrada en la práctica en catas comparativas.

Los elementos que hay que tener en cuenta en la elección de las copas son: La forma, su tamaño y el material del que están hechas.

Primero

La copa de vino debe ser convexa, en forma de tulipa cerrada.

Segundo

El borde tiene que curvarse hacia el interior para captar los aromas del vino y canalizarlos hacia la nariz.

Tercero

Una copa cuyo cáliz sea poco profundo dejará una superficie demasiado grande de vino en contacto con el aire y no podrá retener los aromas. En este caso, la mitad del placer de la degustación se habrá perdido

Cuarto

Es imprescindible que el pie sea lo bastante largo como para que los dedos puedan sostener sin tocar el cáliz. Una copa de vino blanco fresco se calienta muy rápidamente en contacto con la mano.

Deben ser lo bastante grandes para poder servir el vino en cantidad suficiente sin llenarlas más que un cuarto o un tercio de su capacidad.

Si la copa es muy pequeña o está demasiado llena, no se podrá agitar el vino para liberar los aromas, ni levantarla con comodidad para observar el vino contraluz.

El Tamaño

Los Materiales

Tienen que ser transparentes, lisos y sin grabados.

Las copas de vidrio tallado son ciertamente bonitas, pero no favorecen la apreciación del vino ni el placer de la degustación al igual que las copas de colores impiden admirar el color del vino y sus matíces .

El material ideal es el cristal fino.

El cristal proporciona una claridad óptima y al ser un vidrio tan delgado y fino permite ver con claridad el contenido.

Las copas de cristal fino contribuyen al placer gustativo. Pero el material tiene menos importancia que la forma o el tamaño, además muchas personas prefieren no usarlas por temor a romperlas, debido a su alto costo. 

El Cristal